LO SIGO QUERIENDO!

Leí una frase que me marcó porque describe exactamente lo que siento día tras día:

No paro de intentarlo porque no dejo de quererlo.

No sé si te ha pasado… que hay algo que quieres. Algo que te quema por dentro, que sigue apareciendo en tus pensamientos incluso cuando ya estás agotada y dudas si realmente es para ti. Un sueño que no se vence con el tiempo, sino que se intensifica.

Y entonces te preguntas:
¿Por qué sigo queriendo esto con tanta fuerza?
¿Y si nunca lo hago… viviré con arrepentimiento?

Esa última pregunta es la que más me da vueltas en la cabeza!!! Me aterra encontrarme, con los años encima, pensando que nunca lo intenté. Especialmente cuando es algo que significa tanto para mí.

Pero lo más honesto que puedo decirte es esto: No lo dejo de intentar porque no lo dejo de sentir.
Y por más que trate, no se me va. Al contrario, entre más maduro, más claro se vuelve. Más se hace mío?

Tu ambición: ¿te sana o te enferma?

Con el tiempo, me he dado cuenta de que no toda ambición es igual. Hay una que nace desde un lugar sano, desde adentro: la esencia. Y hay otra que se disfraza de éxito, pero en realidad te consume. Esa nace del ruido exterior.

La ambición saludable es silenciosa pero fuerte. No necesita aplausos. No vive de la afirmación de lo que te rodea. Se siente como una responsabilidad bonita con lo que llevas dentro. Esa ambición te impulsa, pero no te devora. Te exige excelencia, sí, pero también te recuerda que tu valor no depende del resultado. Cuando la entiendes… te hace libre.

En cambio, la ambición consumidora se alimenta del ruido. Te compara. Te apura. Te hace sentir que llegas tarde. Esa ambición te agota, porque viene del ego. Y el ego, por más que le des, nunca se satisface.


En mi experiencia, he aprendido que hay sueños que no son simples deseos personales. Hay sueños que son semillas. Ojo! No llegan resueltos.Pero si son propósitos que se van revelando de a poco, con el tiempo y con mucha labor interna. A veces llegan como intuiciones. Como anhelos que no sabes explicar… pero tampoco puedes ignorar. Y cuando un sueño así persiste… cuando sigue ahí, año tras año… tal vez no se trata de obsesión. Tal vez se trata de aprender sobre la fidelidad. Sobre la perseverancia. Sobre la paciencia.

“Lo que es real no se apura… pero tampoco se rinde.”


Algunas preguntas que siempre ayudan:

– ¿Este sueño viene desde la comparación… o desde la convicción?
– ¿Estoy intentando llenar un vacío… o estoy respondiendo a una verdad que ya vive en mí?
– ¿Lo hago por amor… o por miedo a quedarme atrás?

Porque al final, no se trata solo de lograrlo, sino de hacerlo desde el lugar correcto.

Yo no dejo de intentarlo porque no dejo de quererlo. Y si lo sigo queriendo, es porque aún hay algo ahí que me sigue llamando.

Quizás… eso que más miedo te da no lograr, es justo lo que fuiste llamada a crear.

Love,
Karol

Next
Next

On the other side of rejection (!!!)